IV
En coche de alquiler
cose la isla puntada a puntada
hasta completar el círculo.
La tela entonces muestra
su estampado indescriptible.
Pero el viajero ya descansa mirando al cielo,
al cielo nocturno
cuyo estampado se desgrana
en auroras
que no podrá recorrer
más que con la mirada
y el recuerdo.
(Bueno, y el móvil, que ya ha sacado y que dispara...)
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